Bartolomé es un nombre masculino de raíz hebrea, que significa ‘hijo de Tôlmay‘. Actualmente, 15.978 hombres es España reciben este nombre y celebran su santo gracias a San Bartolomé de Braganza.
Bartolomé Braganza estudió en la Universidad de Padua. A principios del siglo XIII, recibió el hábito de Santo Domingo de manos del propio fundador de la orden, en Vicenza, su ciudad natal. Ejerció con el cargo de prior en varios conventos. En 1233, predicando en Bolonia con el P. Juan de Vicenza, fundó la orden militar de los Fratres Gaudentes, para la paz y el orden público.
La orden se extendió por varias ciudades de la península itálica y funcionó hasta el siglo XVIII. En la época del santo, el Cercano Oriente necesitaba con urgencia obispos a causa de los abusos de los cruzados; nada tiene de extraño que Bartolomé fuera nombrado obispo de Chipre. El beato fue a visitar en Palestina a san Luis de Francia, quien le acogió muy amistosamente y le invitó a ir a Francia.
El beato Bartolomé aceptó la invitación algunos años más tarde, cuando fue enviado como legado pontificio a Inglaterra. Enrique III se hallaba entonces en Aquitania, a donde fue a verle Bartolomé y después, le acompañó a París, donde el rey Luis le regaló en recuerdo, una espina de la corona de Cristo. Más tarde, ya en Vicenza, construyó la iglesia de la Santa Corona, donde se veneraba la espina sagrada.
En 1256, el papa Alejandro IV trasladó a Bartolomé a la sede de Vicenza. Pronto se vio envuelto en dificultades con el violento y malvado jefe de los gibelinos, Ezzelino da Romano, quien le obligó a abandonar temporalmente su diócesis. A su vuelta, Bartolomé se entregó con más energía que nunca: reconstruyó las iglesias que Ezzelino había destruido e hizo cuanto pudo por restablecer la paz entre las ciudades del Véneto. Cuatro años antes de su muerte, el beato asistió a la segunda traslación de las reliquias de Santo Domingo y pronunció con esa ocasión un panegírico. Dios le llamó a Sí el 1 de julio de 1271. El pueblo, que le veneraba mucho, empezó pronto a darle el título de beato. Su culto fue confirmado en 1793.
Este y otros santos son celebrados durante el 27 de octubre:
San Trásea de Esmirna
Santa Cristeta de Talavera
San Frumencio de Etiopía
San Namancio de Arvernia
San Oterano de Iona
Santa Sabina de Talavera
San Vicente de Talavera
San Gaudioso de Nápoles
Beata María de la Encarnación Rosal